Pocas actividades demandan tanta paciencia, tiempo y dedicación como comprar una vivienda. La mayoría de las veces se trata de un bien que mantendremos toda la vida, de modo que, de su elección dependerá gran parte del bienestar futuro. ¿Qué hay que considerar al elegir un inmueble?
Todo es subjetivo. Mientras para muchas familias el hecho de vivir en el centro de una ciudad pueda ser prioritario, a otras les resultará indiferente ese aspecto, y su prioridad pasará más por una necesidad de espacio.
Hoy vemos, sobre todo en familias con hijos, cómo son necesarias las viviendas con piscinas que tengan diferentes sistemas de cubiertas, de manera que permitan disfrutar de ellas hasta en el más frío invierno; mientras otras familias consideran esto como un valor añadido, siempre bien recibido, pero que quedará como un aspecto secundario, después de considerar otros aspectos más importantes según su propia valoración.
Escoger una casa es un arte
Y el arte tiene ilimitadas interpretaciones. Partiendo desde las prioridades elementales y universales, como el hecho de que la casa no tenga deudas, tenga garantías o seguros, y la documentación en regla, el resto de los elementos se convierten en prioritarios o en “valores añadidos” según las necesidades del comprador.
En todo caso, conviene saber qué busca la mayoría de éstos, para establecer criterios generales que acerquen a la definición de prioridades y aspectos secundarios de gran valor.
Los aspectos técnicos de la vivienda
Una estructura sólida. Aunque muchas veces se requiera de la colaboración de expertos, al elegir una vivienda se recomienda analizar la estructura de la misma. La solidez, el tiempo de construcción y la calidad de ésta, son los aspectos técnicos principales.
A ellos se le suma la presencia (o no) de un buen sistema de aislamiento térmico o acústico. El primero, ideal para mantener una temperatura cómoda dentro del inmueble y para ahorrar dinero por concepto de calefacción. El segundo, para evitar la contaminación acústica tan propia de las ciudades.
El espacio, sobre todo para el recreo personal
El inmueble es el espacio donde se hace vida. Algunas familias valoran el espacio de zonas como una sala de estar, el comedor o la cocina. Otras valoran el espacio disponible en las habitaciones.
Sin embargo, el protagonismo lo tienen las zonas de recreo: jardines, piscinas, balcones. Un valor añadido que se convierte en necesidad cuando se tienen mascotas, hijos o cuando se quiere un lugar para leer en exteriores, o desde donde poder observar el atardecer.
La distribución
¿Está cerca la habitación principal de la habitación de los niños? ¿La cocina y el comedor comparten espacio? ¿La distribución hace cómodo el hecho de caminar por la casa? No son pocas las preguntas que se realizan en el momento de buscar la distribución perfecta.
Una vivienda es para toda la vida. Por eso se debe elegir con bastante paciencia, porque no es cómodo vivir en un lugar donde haya que cruzar el comedor y la sala de estar para llegar a la cocina, y donde la lavadora tenga que ocupar el espacio en una estancia, porque la distribución así lo quiso.
La necesidad (o no) de posibles reformas
Lo ideal es que no sea así. Pero conseguir el hogar perfecto, adecuado a gustos y necesidades, a veces lleva un tiempo. Y en el proceso, posibles modificaciones estructurales.
Para la mayoría de las personas es una necesidad que no sea necesario modificar la estructura, sino un poco la distribución.
Todo queda supeditado al presupuesto
Todos tenemos un concepto del hogar perfecto. En espacio, en materiales, en ubicación geográfica y hasta en los “añadidos”, aunque no siempre es posible, y casi siempre se debe a un tema de costes.
Porque para conseguir el hogar perfecto, algunas de las prioridades deben quedar relegadas a un segundo plano para poder ajustarse al presupuesto. Algunos “valores añadidos” que se consideran cruciales para el bienestar, deben quedar en la lista de espera para ajustarse al presupuesto.