Es habitual que, en el mundo en que vivimos, demos multitud de cosas por evidentes o por hechas sin saber qué hay detrás y sus razonamientos. Un buen ejemplo de ellos es el del etiquetado para alimentación, diseñado y legislado para ofrecer al consumidor multitud de información de gran importancia sobre cada producto que se encuentra a la venta en nuestro país.
Según marca la normativa tanto nacional como comunitaria, es obligatorio que todo producto destinado al consumo alimentario tenga un etiquetado conforme a la legalidad. Sin embargo, la mayoría de los consumidores raras veces lee toda la información que hay disponible en las etiquetas destinadas a la alimentación.
¿Qué información proporciona una etiqueta?
Las etiquetas para alimentación recogen muchos datos que hablan sobre la calidad del producto sobre el que se colocan. Podríamos enumerar como más importante los detalles de ingredientes, recomendaciones de consumo, información nutricional, sellos de certificación o procedencia del producto, por ejemplo.
Sin embargo, lo que muchas veces hace que elijamos uno u otro producto cuando hacemos la compra no es un requerimiento. Hablamos de un diseño atractivo y cercano al consumidor final. Pero de eso ya se encargan meticulosamente los departamentos de diseño de las marcas y los propios fabricantes de etiquetado.
¿Qué indica la legislación actual al respecto de las etiquetas?
Sea cual sea el diseño final de una etiqueta, siempre tiene que respetar una serie de puntos de obligado cumplimiento, y nos referimos, por supuesto, a los compromisos en materia de legislación en lo que respecta a la información sobre el producto.
Pero no sólo eso, sino que también tienen que cumplir ciertas normas respecto a su proceso de fabricación como la utilización de materiales no tóxicos y que puedan ser desechados fácilmente por el cuerpo humano en caso de ingestión accidental o resistencia al roce y desgaste que haga que la información contenida siempre esté visible y a disposición del consumidor. También es importante que las etiquetas sean respetuosas en materia medioambiental y, a ser posible, impermeables o resistentes a líquidos y condensación.
El hecho de que una marca, además, se esmere en mejorar lo máximo posible sus productos y que consiga mostrar en sus etiquetas algunos certificados de calidad de reputación contrastada es un detalle que habla claramente de las intenciones del fabricante y de lo que trata de ofrecer a los compradores. Esto no es ninguna obligación legal, pero sí que puede servir como una buena referencia a la hora de hacer la compra, pues se trata de una forma de demostrar el compromiso del productor con su leche, miel, pan, embutidos, o cualquier otro comestible, haciéndolos únicos y diferenciándolos de la competencia.
Por lo tanto, según hemos visto, las etiquetas tienen una doble importancia: informar al consumidor sobre qué contiene el producto y darle las garantías de calidad necesarias para fidelizarle. Además, si se le suma un diseño cuidado y atractivo, reúne todos los requisitos para convertir dicho producto en un éxito de ventas.