Los partidos políticos españoles se han reunido con el rey Felipe VI para discutir a quién apoyarán para ser el próximo primer ministro antes de la votación de investidura prevista para la primera o segunda semana de julio.
Pero en medio de estas conversaciones, el Partido Socialista (PSOE), que obtuvo el mayor número de escaños en las elecciones generales del 28 de abril, pero no alcanzó la mayoría absoluta, ha permanecido notablemente en silencio.
Ana Oramas, una legisladora del pequeño partido regional Canary Coalition (CC) con años de experiencia en negociaciones, lo dijo sin rodeos: «Es la primera vez en 11 años que hemos llegado a la ronda de conversaciones con el rey sin tener una sola conversación con el candidato a la investidura o su equipo.»
Oramas sostuvo que los dos miembros del Congreso de su partido no ayudarán al líder del PSOE, Pedro Sánchez, a conseguir un segundo mandato. Pero el mismo día que el PSOE perdió estos dos votos, ganó la opción de sustituirlos por otros dos de la Unión Popular de Navarra (UPN).
Diferentes opciones
La fractura de los resultados de las elecciones generales significa que hay muchas maneras de que Sánchez preste juramento como primer ministro en la segunda vuelta de la votación de investidura, en la que sólo se requiere una mayoría simple (más votos a favor que en contra).
Los socialistas parecen estar jugando un juego de espera mientras otros partidos -especialmente los Ciudadanos de centro-derecha y los Vox de extrema derecha- celebran numerosas reuniones, negocian entre sí y se ocupan de las luchas internas.
El PSOE está abierto a todas las opciones, incluso a un acuerdo con Ciudadanos, que en última instancia puede resultar demasiado difícil. Y ha conseguido mantener abiertas sus opciones sin apenas entrar en negociaciones. «El PSOE no llama a nadie porque se está tomando su tiempo para ver si hay otros aliados alrededor», dijo Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida, que unió fuerzas con el partido contra la austeridad Podemos en las elecciones generales.
A Podemos le preocupa que Sánchez pueda convencer a Ciudadanos para que se abstenga en la segunda votación de investidura, lo que daría al PSOE una clara mayoría simple y haría que los 42 votos de Podemos fueran mucho menos valiosos. Aunque es una opción poco probable, no es imposible. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha dicho que su partido votará en contra de Sánchez, y el líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado, también ha indicado que el PP votará en contra. Pero con tantos jugadores en el ring, el juego podría cambiar.
Pablo Iglesias, líder de Podemos, espera un gobierno de coalición con el PSOE y varios cargos ministeriales para los miembros principales de su grupo Unidas Podemos. Pero Sánchez preferiría liderar un gobierno de minoría y el hecho de que Podemos lo hiciera mal en las elecciones locales y regionales celebradas el 26 de mayo juega a su favor.
Nueva estrategia
A Sánchez siempre le ha gustado desempeñar un papel de liderazgo en las negociaciones desde que asumió el poder en junio de 2018, después de haber dirigido con éxito una moción de censura contra el ex primer ministro del PP, Mariano Rajoy. Pero esta vez sigue la estrategia de su predecesor, que siempre esperó a ver cómo caían las piezas antes de hacer una jugada.
Las formalidades legales requieren que el Rey Felipe VI hable con los principales líderes políticos sobre las posibilidades de una oferta exitosa para la oficina del primer ministro. Luego informará a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, si está proponiendo oficialmente a Pedro Sánchez, el candidato que obtuvo la mayor cantidad de votos el 28 de abril. Si es así, a este último se le dará tiempo suficiente para llegar a acuerdos interpartidarios antes de someter su nominación a votación en el Congreso. El debate sobre la investidura podría tener lugar teóricamente la primera o la segunda semana de julio, dijo la portavoz en funciones del gobierno, Isabel Celaá.
Hay un precedente de fracaso en el pasado reciente. Tras las elecciones de diciembre de 2015, el ganador Mariano Rajoy no obtuvo suficiente apoyo para una oferta de investidura exitosa y se negó a someterse a votación. Sánchez dio un paso al frente, pero fue rechazado en el Congreso. Esto condujo a la repetición de las elecciones en junio de 2016.